Colarse en Transmilenio o la selección natural

Envié un documento a las mentes científicas colombianas más brillantes: Rodolfo Llinás, autoridad mundial en el campo de la neurociencia; Manuel Elkin Patarroyo, inmunólogo que trabaja en el desarrollo de una vacuna sintética contra la malaria; Jorge Reynolds Pombo, investigador e inventor del primer marcapasos artificial externo en 1958; y Amparo Grisales, actriz y alquimista descubridora de la piedra filosofal -sustancia capaz de transformar los metales en oro y de conceder la vida eterna-.

El texto pretende establecer la relación entre la teoría evolutiva de Charles Darwin y la acción de colarse en Transmilenio. Deseo demostrar que aquellos que se colan, a riesgo de ser atropellados por un articulado u otro vehículo, hacen parte de un tipo de ser humano que llegó al final de su cadena evolutiva, que no podrá ir más allá, que como el homo habilis o el paranthropus boisei es la terminación de una línea. Yo llamo a este posible humano como homo interruptus.

Todo surge por las insatisfactorias respuestas a la pregunta “¿Qué los motiva a hacer esto?”. Cual es el motivo para que se lancen, sin pensar, a la vía para subirse por una puerta de acceso a los articulados, corriendo y/o esquivando vehículos de todos los tamaños y velocidades: buses que cambian de carril sin previo aviso, motos que van por la línea -cualquiera que vean-, autos que no parecen detenerse ante luces amarillas, taxis que varían de velocidad según la conveniencia del taxímetro, etc.

Descubrí esta situación en el Portal El Dorado -que me disculpen por no escribir Eldorado- donde algunas personas cruzan de la plataforma de los alimentadores a la de los buses rojos, cruzando sin el menor temor la Avenida El Dorado -perdón de nuevo-, una de las más rápidas de la ciudad. Aún así, es una situación que todos hemos visto en diferentes partes de la ciudad.

En un principio pensé que se debía a una necesidad de adrenalina, a sentir algo de emoción en la rutina. Sin embargo, recordé que el lugar donde ocurre esto es Bogotá, un lugar donde “uno tiene que estar mosca por donde quiera” como lo canta Bobby Cruz en el tema Agúzate, lo cual me hace pensar que los bogotanos buscan es generar menos adrenalina, estar más tranquilos.

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Foto: Revista Corrientes

Pensé que podría tratarse de una cuestión monetaria. Que lo hacen para ahorrarse una gran suma -algo que no es tan cierto porque son sólo 2000 y en varias ocasiones he visto como personas de cualquier estrato socioeconómico se colan- o que ganan dinero al llegar a la meta, al subirse a la estación pese a todo pronóstico -algo que no es cierto porque esta práctica no es catalogada aún como un deporte extremo-. Por ende, considero que podría deberse a una cuestión genética, a una falla, o a una enfermedad, una nueva peste.

La idea es que los científicos analicen todo el material que les entregué para llamar su atención y ver si alguno se le mide a realizar una investigación profunda que demuestre mi tesis. Es más, si recibo varias aprobaciones nacionales, enviaré este documento a Neil deGrasse Tyson, el Carl Sagan de nuestra generación. Quién sabe, podría incluir esto en un programa de alguna temporada de Cosmos (No, no es un programa de astrología).

Les aseguro que este no es un tema menor. Estamos en un momento delicado para la especie con el calentamiento global, el miedo latente de una guerra nuclear y la real amenaza zombie. Debemos asegurarnos que sólo lo mejor quede para asegurar nuestro futuro, sin importar que esté en manos de una pareja heterosexual u homosexual (1).

Es tal mi compromiso con esto que sugiero en un apartado del texto que se identifiquen que otras señales pueden indicar que un/una sujet@ sufre este problema genético o está enfermo. Transcribo:

Es perentorio saber qué gustos tienen las personas proclives a esta acción, cuál es su inclinación política, qué música escucha, cuál es el corte de cabello preferido, qué palabras usan de manera reiterativa, si ven series estadounidenses de moda o no salen de los canales nacionales. Así podremos hacer una guía que le indique a todos si esa pareja potencial es buena para la especie, una cartilla titulada ‘Sí se cola, déjalo ir’. (Rodríguez, 2016, pág. 27)

Rezo, -sí, tal como lo leyeron-, para ser tenido en cuenta. Deseo saber si mi miedo es tan poco importante como la opinión de un youtuber o si se trata de una amenaza real como la Gurisatti en RCN. Puede ser que el homo interruptus sea otra de las señales del apocalipsis, como Donald Trump, el reggaeton, la carita de perro de Snapchat, la comida vegana, el ‘todos y todas’, una banda colombiana cantando en francés y el conteo de calorías.

  1. Pido perdón si existen otras posibilidades, la investigación de este tema colarse-evolución me quita el tiempo y las energías para ser más políticamente correcto.

 

1 Comments

  1. El homo interruptus no es ninguna amenaza, estimadisimo. Es más, es el siguiente paso de la evolución (aclaro que escribo esto último desde la paz que me otorga el estar fuera de los dominios de Monseñor Ordóñez) que permite a la raza humana adaptarse al lugar donde vive. Colarse en TransMilenio no es más que la respuesta biológica natural a la necesidad de contacto sexual tan ampliamente explicada por Freud. Los bogotanos necesitamos, con suma imperancia, estar en el escenario más propicio para la procreación. No es nada de lo cual escandalizarse. Espero que tomes en cuenta este hecho en tu concienzuda investigación, a la cual estoy seguro que doña Amparo podrá contribuír grandemente, habiendo experimentado todos los medios de transporte, desde los nobles equinos, pasando por las troikas rusas hasta el venerable TransMilenio, producto, cual Venus de la espuma, de la evolución de la inolvidable Troncal Caracas.
    Un saludo cósmico, querido socio.

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