Peñalosa: clave para la invasión alienígena

No creía en las teorías conspirativas hasta este año. Eso de que existe una raza topo subterránea era demente, poco creíble, pero debemos ceder ante la evidencia. No, no estoy hablando de los topos, sino de la presencia extraterrestre entre nosotros ¡entre nuestros gobernantes!, créanlo.

Este año se descubrió que el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, hizo plagio en su tesis de grado, lo que significa que jamás debió graduarse como abogado de la Universidad Panamericana de su país. Este mismo año se supo que otro Peña -con una losa de más-, el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, mintió sobre sus estudios. Luego de que asegurará tener un doctorado en Administración Pública y una maestría en Gobierno, ambas cursadas en Francia, dos investigadores demostraron que dichos títulos eran mentira.

¿Dos gobernantes con el Peña, de nombre Enrique, mintiendo sobre su hoja académica el mismo año? Esto es curioso, muy curioso.

Luego empecé a revisar la gestión del Peña más cercano, el de la losa, y descubrí que todas sus acciones van encaminadas a atentar contra la especie humana. De qué otra manera podría verse que quiera invertir en Transmilenio, un sistema de transporte que no da abasto a la demanda de la ciudad y produce grandes cantidades de CO2 (Dióxido de carbono); o que quiera acabar con las Reserva Van Der Hammen, uno de los lugares que la urbanización aún no ha devorado y que alberga grandes pozos de agua claves para el futuro; o que desde su llegada el sistema de salud de Bogotá haya colapsado de una manera terrible; o que se haga el de la vista gorda ante otra gran amenaza para las personas: los taxistas. Está preparando el camino.

Peñalosa nos quiere desmoralizados, sabe que quienes lo apoyan están muy viejos para defender el planeta o dejan que otros ‘menos favorecidos’ económicamente vayan a la guerra -cómo ha ocurrido en Colombia desde hace siglos-, con lo que una invasión sería exitosa en todo nivel. Está logrando su cometido. Logró que el metro, el sistema más eficiente de transporte masivo en las ciudades se demore aún más y tome el mismo camino de Transmilenio, para hacerlo menos eficaz, y así dejarnos sin maneras de escapar de una manera rápida. Es malvado.

El amor malsano que tiene del concreto y del cemento sólo puede responder a que en su planeta natal todo esté cubierto con edificaciones, las plantas deben ser riesgosas para su anatomía, sea cual sea. Y los bolardos deben ser parte de un sistema de marcación que le permite a quienes los miran desde los cielos saber donde atacar o aterrizar.

Nada es gratuito, no hay coincidencias. Esa estatura desmedida, ese pésimo ritmo para bailar y esas frases como “es un potrero más” -hablando sobre la Reserva- o “hace lo mismo” -comparando el metro con Transmilenio- son una muestra de que su cuerpo real, sea el que sea, está más que incómodo en su disfraz de humano.

Ni él ni Peña Nieto tienen estudios porque toda su vida es una fachada creada por su especie, jamás pisaron un recinto educativo y se les nota.

Si aún dudan de esta conspiración, piensen que Enrique Peña Nieto invitó a Donald Trump a México, un movimiento desesperado para lograr tener en la Casa Blanca a la persona más inestable posible y así, luego de una guerra entre nuestra especie, las naves sigan el camino trazado por los bolardos y conquisten nuestro planeta.

¿Habrá alguien que nos pueda ayudar? ¿qué otro gobernante estará involucrado? ¿será Volvo parte de esto? ¿hay esperanza o las victorias ante los extraterrestres son cosa del cine? El futuro es gris.